jueves, 27 de octubre de 2011

Armonía entre niños y mascotas

Imagine por unos instantes que alguien se acerca a usted y le mete un dedo al ojo, después estira su piel como si fuera un chicle e introduce un dedo largo en los orificios de su nariz. Estas canalladas y muchas más son las que deben soportar los perros que caen en manos de ciertos niños que, dicho sea de paso, son peor que Barrabás. A los padres corresponde, en este caso, poner fin al martirio.
No nos cansaremos de decir que los niños que crecen con un compañero canino mejoran su sentido de la responsabilidad a la vez que desarrollan un carácter más abierto y receptivo. Una preciosa afirmación que no siempre resulta igualmente satisfactoria para los perros.
Con más frecuencia de la debida, éstos son objetos de bromas macabras, sufren las barrabasadas que les propinan esos diablillos bajitos que les han tocado como dueños y... ¡cuidado! que no se atrevan a defenderse, pues serían tachados de agresivos y, en el peor de los casos, los padres desinformados considerarían que su Toby puede ser un peligro para la integridad de su hijo.
"Cuando un niño maltrata a un perro, es que nadie le ha explicado que tiene en sus manos a un ser vivo. Por lo general, actúan así por que lo consideran un juguete, que no siente ni padece", explica María del Mar Figueroa, psicóloga y socia del gabinete Andrés Mellado (Madrid)


Donde las dan, las toman

La solución pasa por corregir el error y explicar al pequeño que a nadie le gusta que lo maltraten. Para que el niño entienda la gravedad del asunto, es útil que los padres le gusten una pequeña broma a su hijo. En palabras de María del Mar Figueroa: "En un momento en que el niño esté desprevenido, uno de los padres le dará un pellizco en el trasero.
Cuando se queje la madre irá por detrás y repetirá la operación. Después, uno de los padres le agarrará por una mano mientras que el otro lo toma por la otra, como si disputaran por el. Sobra decir que estos movimientos deben hacerse muy suavemente, sin dañar en absoluto al niño.
Resulta imprescindible que el perro esté presente, con lo que se acercará al oír las quejas de su pequeño amo. Entonces los padres deberán parar y decirle a su hijo que el animal, a pesar de que recibe un trato poco respetuoso por su parte, no quiere que a él le hagan daño". La explicación será cariñosa y, muy importante, debe pronunciarse mientras se acaricia al perro.

Cuidado con estos miembros

Las orejas, el rabo y el hocico son las tres partes del cuerpo que más daños sufren por parte de los niños. Y si tenemos en cuenta que tanto el olfato como el oído son vitales para ellos, comprenderemos por qué les sienta tan mal que les echen aire sobre la nariz, les agarren el hocico, alarguen sus orejas hasta el infinito y les metan pequeños objetos dentro del pabellón auditivo.
No olvidemos que algunas de éstas bromas pueden ser interpretadas para el perro como un reto. Un aspecto que no puede pasar ignorado es la necesidad de utilizar un tono de voz bajo cuando se habla con el perro: su oído es muy sensible, y si se acostumbra a los gritos, no servirá utilizar un tono de voz severo cuando haya que corregirle.


Ojo al dato

Abordando otro tema de vital importancia y que, generalmente, pasa inadvertido durante la primera época en la que el niño y el perro inician su convivencia, es la necesidad de poner freno a actitudes superprotectoras.
Para comprender de que estamos hablando, reproducimos la carta de Rosa Bueno (Granada), recibida en la redacción el 23/1/97. "La complicidad entre mi hijo Luis de cinco años, y el perro está comenzando a preocuparme. Cada vez que Luis se comporta mal y le regaño, se tira al suelo y comienza a gritar. Entonces el perro acude de inmediato y me gruñe. De esta forma, mi hijo pretende librarse de los azotes...".
Se trata de una situación bastante incómoda, aunque evitable. Resulta necesario que el niño reciba una buena reprimenda por su actitud y no se puede permitir que el animal gruña o se enfrente con algún miembro de la familia. Al menor signo de rebelión, pronunciar un "no" severo y dar un cachete en el lomo del animal.

[http://www.enbuenasmanos.com]

lunes, 24 de octubre de 2011

Leishmaniosis

Preguntas y respuestas más frecuentes

Información sobre Leishmaniosis

Todo el que tiene animales de compañía, y sobre todo perros, ha oído hablar de la Leishmaniosis canina, ya que es una enfermedad de aparición muy frecuente en nuestra zona geográfica. Por eso es de nuestro interés informar a los propietarios de perros, a través de las preguntas que mas a diario recibimos sobre la enfermedad. Esperamos que le sea útil, y para cualquier aclaración o ampliación de datos estamos siempre a su entera disposición.

¿Quién produce la Leishmaniosis en los perros?

El agente causante de la Leishmaniosis es un parásito unicelular llamado Leishmania Infantum, que vive dentro de las células sanguíneas.



¿Cómo adquiere la enfermedad mi perro?

La enfermedad se propaga entre los perros a través de las picaduras de mosquitos, en especial el Phlebotomus, que habita en la cuenca mediterránea. El contagio se realiza cuando la hembra del mosquito pica a un perro infestado de Leishmania, lo mantiene en su aparato digestivo, y el parásito sufre allí una serie de transformaciones, que demoran de 4 a 20 días, para así ese mosquito cuando pique a otro perro, contagiarlo.

¿Es posible el contagio por contacto directo con heridas, saliva, durante peleas, juegos, etc....?

La respuesta es que no. Como explicamos antes, es necesario que intervenga el mosquito, ya que es allí donde el parásito sufre las transformaciones necesarias hacia su forma infestante. Otras formas de contagio son estadísticamente difíciles.

¿Qué perros tienen más riesgo de contagio?

Los perros con más riesgo de contraer la enfermedad son aquellos que viven todo el tiempo en el jardín, y sobre todo aquellos que duermen fuera toda la noche, ya que el hábito del mosquito es picar al anochecer y al amanecer.

¿Las personas pueden sufrir la enfermedad? ¿Y otros animales?

Sí, las personas y muchos mamíferos, entre ellos los gatos, son susceptibles de contraer la enfermedad. Pero a diferencia de estos, la especie canina tiene una particular susceptibilidad a padecer la enfermedad, ya que su sistema inmunitario no es capaz de combatir correctamente al parásito como las otras especies.
En el área mediterránea la Leishmaniosis humana es de muy baja incidencia, y normalmente la padecen personas con su función inmunitaria disminuida (enfermos de SIDA, personas sometidas a tratamientos inmunosupresores, transplantados, tratados con quimioterápicos, etc.)

¿Aumenta el riesgo de contagio a las personas el convivir con un perro enfermo de Leishmaniosis?

No, el riesgo de contagio ya existe por el hecho de vivir en una zona endémica de Leishmaniosis, o sea una zona donde la enfermedad es de aparición frecuente todos los años. Por lo que recalcamos que no hay mayor riesgo al vivir con un perro enfermo, incluso estando en contacto con su sangre a través de una herida o de pincharnos con una aguja con su sangre, porque recordemos que se necesita que el parásito que esta en esa sangre, "viva" de 4 a 20 días en el mosquito para así adquirir capacidad infestante.



¿Qué sintomas presentan los perros?

Los signos clínicos que presenta un perro afectado por Leshmaniosis son:

*Anorexia, adelgazamiento, depresión.
*Zonas sin pelo y con intensa caspa, sobre todo en la cara y extremidades anteriores, ulceras recurrentes en la piel.
*Hemorragias nasales.
*Fiebre que no responde al tratamiento habitual.
*Aumento del tamaño de los ganglios externos.
*Cojeras intermitentes que no responden a tratamientos habituales.
*Diarreas crónicas.
*Lesiones inflamatorios oculares.

Mi perro está aparentemente sano, ¿Puede tener Leishmaniosis?

Sí, ya que el periodo de incubación de la enfermedad, desde la picadura del mosquito hasta la aparición de los primeros síntomas puede ser de varios meses, por lo que un perro clínicamente sano puede estar incubando la enfermedad.
Estos perros sin síntomas pueden ser detectados por técnicas de diagnóstico precoz, siendo los perros detectados en esta fase los que presentan mejores perspectivas, ya que se los comienza a tratar cuando aun el parásito no ha lesionado ningún tejido en forma severa aún. Nosotros recomendamos el control mediante test sanguíneo una vez al año, siendo lo ideal realizarlo de ser posible en forma semestral.

¿Cómo se diagnostica la enfermedad?

Se realiza un análisis de sangre, que detecta la presencia de anticuerpos circulantes de Leishmania Infantun, o sea demuestra que el perro ha sido picado por un mosquito portador.

¿Podemos curar la Leishmaniosis?

Sí. Pero es conveniente recalcar que la efectividad del tratamiento siempre va a estar condicionado a la fase en la que se tome a la enfermedad, el estado del perro antes y durante el proceso, a las lesiones producidas, al grado de infestación, etc.
Pero es importante saber que los perros no siempre se llegan a curar totalmente de la enfermedad. Los perros enfermos deben ser controlados periódicamente con análisis sanguíneos y tratados de nuevo si hay indicios de recaídas. El objetivo del tratamiento es que los perros no presenten ningún síntoma y permanezcan clínicamente sanos.
Aquellos perros que al momento del diagnóstico presentan una insuficiencia renal son los que tienen un pronóstico menos favorable y van a requerir mayores cuidados y esfuerzos para salir adelante.



Mi perra tiene Leishmaniosis, ¿Puede criar?

La enfermedad no se transmite a través del útero, ni por la leche, así que los cachorros nacerán sanos, pero desaconsejamos la reproducción en los animales enfermos, ya que el gasto orgánico y el stress de una gestación y lactación normalmente llevan a un empeoramiento del estado de la perra y a la aparición de nuevas lesiones y síntomas. Por lo mismo desaconsejamos la utilización de animales enfermos como cazadores o animales de exposición y competencia.

¿Podemos hacer algo para prevenir la enfermedad?

Por el momento no se dispone de ninguna vacuna efectiva contra la Leihmaniosis.
Los mejores esfuerzos preventivos son evitar el contagio de la enfermedad y su desarrollo. Para esto recomendamos las siguientes medidas:

•No dejar a los perros dormir fuera.
•Tratarlos en forma mensual con ectoparásiticidas, vía parenteral o del tipo spot on, como Frontline, Exspot, Scalibur, etc.
•Realizar un chequeo sanguíneo semestral, para en caso de haberse producido el contagio, actuar de manera temprana.

[Fuente: http://www.euroresidentes.com/]

sábado, 22 de octubre de 2011

Los cuidados del gato que vive en casa

Mientras que los gatos que viven de forma callejera presentan una esperanza de vida de 2 a 4 años, los que viven dentro de casa tienen una perspectiva de 12-13 años de vida. 
Por otro lado, estos felinos domésticos presentan unas patologías propias de su vida sedentaria.
La mejora espectacular de su esperanza de vida depende básicamente de tres factores: la no exposición a riesgos potencialmente letales (coches, peleas, infecciones víricas, etc.), a su alimentación (continua, sin esfuerzo y de calidad) y a los cuidados sanitarios que recibe.

Pero los gatos que viven dentro de casa, tienen tendencia a padecer determinadas patologías relacionadas con su sedentarismo.
 


Obesidad

De entre las patologías más habituales, cabe destacar la obesidad. El gato que vive dentro de casa apenas está motivado para realizar ejercicio. Suele pasar la mayor parte del día durmiendo o tumbado. Además, no ha de pelearse por el sustento y éste está siempre disponible en su comedero.

La obesidad promueve aún más el sedentarismo, aumenta el riesgo de enfermedades tales como las cardiorrespiratorias, hipertensión arterial, diabetes mellitus, procesos articulares (artrosis, artritis...), disminuye la fertilidad y aumenta el riesgo frente a las anestesias e intervenciones quirúrgicas.

Un gato obeso suele presentar un aspecto desaliñado, un pelaje sucio y despeinado, dado que por su obesidad no es capaz de acicalarse el tercio posterior.

Es importante evitar y controlar la obesidad en los gatos de casa, midiendo la cantidad de alimento que ingiere al día, incitándole a juegos que hagan que se mueva, y proporcionándole un alimento con un nivel bajo en calorías y un nivel moderado de fibra.

Muda continua

La muda del pelo se rige por los fotoperiodos. Los gatos que viven en la calle, sometidos a los cambios de temperatura estacionales y a las horas de luz que marcan las diferentes estaciones del año, pierden menos pelo que los que viven en casa y sólo lo hacen en determinados momentos. El gato que pasa la mayor parte del día dentro de casa está expuesto a más horas de luz natural y artificial, con una temperatura más o menos constante todo el año (en invierno no pasa frío por la calefacción y en verano disfruta del aire acondicionado...) por lo que las mudas no suelen llevar los ciclos naturales ni durar lo habitual. El resultado es que el gato está perdiendo pelo de manera constante durante todo el año.

Por ello es importante favorecer la salud del pelo de los gatos caseros, que están en constante muda, a través de alimentos de alta calidad, digestibles y con ácidos grasos esenciales omega 3 y 6 que favorezcan la salud de la piel, y un pelo brillante y lustroso.





Bolas de pelo

Adicionalmente a esta pérdida constante de pelo, aparece otro signo habitual en los gatos: los tricobezoares o bolas de pelo. El término “tricobezoar” significa bola de pelo (tricos quiere decir pelo en latín). Las bolas pueden presentar, además de pelos, restos de alimento, de secreciones gástricas o restos de materiales vegetales (si el gato ha ingerido trocitos de hierba o de hojas).

Un gato sano se acicala mediante el lamido, se limpia y se cepilla el pelo. Su lengua es rugosa debido a la presencia de una especie de espículas o papilas que actúan como un cepillo, arrastrando el pelo muerto y tragándoselo. El pelo muerto transita por el tracto digestivo normalmente y, o bien es excretado por las heces, o es regurgitado. Ocasionalmente, la excreción de la bola puede ir precedida de una pequeña regurgitación de fluido gástrico o comida, o puede escucharse una especie de tos seca.

En ocasiones, cuando se ingiere demasiado pelo o si el proceso de la digestión se ve alterado por algún problema (trastornos de la motilidad, enfermedades intestinales inflamatorias...), se forman bolas de pelo que se acumulan en el estómago o en el intestino.

Un gato puede ingerir demasiado pelo si padece trastornos conductuales o neurológicos. Los gatos que se aburren se lamen en exceso, llegándose a provocar alopecias y heridas, además de ingerir una cantidad excesiva de pelo. Los gatos que padecen ansiedad se lamen o se mordisquean el pelo continuamente, formándose zonas alopécicas e ingiriendo mucho pelo.

Además de los gatos que presentan las patologías anteriormente citadas, los que viven en casa (y que, por tanto, se aburren y se acicalan más), los de pelo largo o semilargo (Persas o cruces de Persa, Noruego de los Bosques...) o los que conviven con otros felinos y, por ser muy sociables, se acicalan a sí mismos y a los demás, tienden a padecer más la formación de tricobezoares.

En condiciones naturales y los gatos que tienen acceso al exterior o al jardín pueden ingerir hierbas o restos vegetales para favorecer la eliminación de las bolas de pelo.

Como hemos comentado, estas bolas suelen expulsarse normalmente, pero si ello no ocurriera, su presencia en el tracto gastrointestinal puede provocar síntomas tales como vómitos, diarreas o constipación, obstrucción gastrointestinal (en este caso debe someterse a extracción quirúrgica), anorexia, pérdida de peso...

La presencia de bolas de pelo se diagnostica tanto por los síntomas que el gato manifiesta, como por la confirmación de su presencia a través de la ecografía o radiografía. El tratamiento a seguir consiste en la administración de fluidos o medicamentos que mejoren el tránsito gastrointestinal, y por tanto la eliminación de la bola, o bien la intervención quirúrgica para poder extirparla.


Prevención
Para evitar la formación de bolas de pelo se debe:
· Cepillar frecuentemente al gato para eliminar mecánicamente el pelo muerto y evitar que lo ingiera.

· Administrar productos apropiados para la eliminación de bolas de pelo (aunque no siempre son bien tolerados).

· Proporcionar al gato una alimentación altamente digestible, que incorpore fibra, especialmente fibra de avena, que favorece la formación y eliminación de las bolas de pelo.